También llamado galgo árabe, sigue siendo aún hoy, el perro de los grandes señores de Arabia que lo utilizaban para la caza de la gacela y de la liebre. Dotado de buena velocidad, se muestra afectuoso con su amo pero bastante desconfiado con los extraños, hasta el punto de que a veces puede incluso llegar a morder. De carácter fogoso y fuerte, soporta muy mal la vida de la casa especialmente si hay niños que los molestan, prefiriendo espacios amplios donde poder ovese a placer y descargar todas sus energías.